Los elementos de un Blót.

Hails jah Haila.

ᚺᚨᛁᛚᛊ ᛃᚨᚺ ᚺᚨᛁᛚᚨ.

Haila Frijonds jah Frijonjos Meina!

ᚺᚨᛁᛚᚨ ᚠᚱᛁᛃᛟᚾᛞᛊ ᛃᚨᚺ ᚠᚱᛁᛃᛟᚾᛃᛟᛊ ᛗᛖᛁᚾᚨ!.

 

Lo primero que debemos tener en mente es que el término Blót (forma nórdica para el inglés ‘blood’) se utiliza para referirse a toda ceremonia religiosa que implique un sacrificio a los dioses de la Tradición Heathen. 

 

Más allá de que la palabra signifique ‘sangre’ o ‘mancha’, en la Tradición su campo semántico se extiende a connotaciones mucho más profundas. Un Blót implica, por ejemplo, que la sangre del animal sacrificado será el medio transmisor del Maegen de los Dioses, cosa que se logra a través de la aspersión (cuando se ‘mancha’ con ella a la concurrencia del ritual).

 

Para la Tradición, la sangre es más que un tejido líquido, es el medio por el cuál se realizan los intercambios. Pensemos en lo siguiente: los bindrunes requieren la sangre de su creador, las ceremonias con la Thiuda (tribu) requieren de un animal sacrificado in situ para consumo de los asistentes (hay referencias respecto a esto), los juramentos y rituales de hechicería requieren unas gotas a modo de ofrenda. Todo esto implica el uso de dos utensilios imprescindibles para cualquier gudja: el cuchillo saxen y el bowl.

 

El cuchillo saxen tiene características muy específicas. Debe tener mango de hueso de venado y la hoja debe terminar en punta (ideal para facilitar las incisiones personales y los cortes en los sacrificios), de no menos de unos 25 cm aproximadamente. Por sí solo, este cuchillo es visualmente impresionante.

 

El cuchillo saxen sirve como auxiliar en caso de no tener un stang (bastón bifurcado) para dirigir la energía generada en el ritual, además, se puede encender fuego con él y es lo suficientemente grande como para poder hacer cortes profundos y certeros (en el caso del sacrificio animal). Como podemos ver, el cuchillo saxen es más que una herramienta muy útil, es un medio para llegar a aquello que se busca en un ritual: el Maegen de los Dioses.

 

Por otro lado, tenemos el bowl (tazón), otro elemento que está estrechamente relacionado con la sangre. Verán, sucede que al momento de ofrendar dicho tejido líquido, este debe ir a parar a un lugar específicamente consagrado para esto, pues algo tan valioso no puede caer donde sea y debe tener un propósito (ojo, no es lo mismo la sangre emanada de un accidente, aquí nosotros estamos ofreciéndola voluntariamente ¡y con mucho cuidado! a través de PEQUEÑÍSIMAS heridas autoinfligidas, es sangre útil, por eso es sacrificio). 

Ojo, cabe aclarar que aquí no estamos fomentando la autolesión sin sentido, esto solo es válido como parte de la ceremonia y por lo mismo se recomienda hacerlo con cuidado.

 

El bowl tradicionalmente es de madera, porque recordemos que para la Tradición, la madera es el inicio de toda vida, ya que en un principio la madera fue el contenedor de toda esa energía que más tarde se llamó Ask y Embla. La madera, entonces, tiene un significado trascendente en el Blot, porque nuestra sangre cae justo en un contenedor cuya naturaleza (por el material con el que está hecho) es albergar energía.

 

Ahora bien, dejando de lado los instrumentos para la manipulación de la sangre, pasemos al campo meramente energético. El Stang es un bastón bifurcado que podemos encontrar en la iconografía clásica Heathen. Tradicionalmente va tallado con varios motivos animales y runas, además de que se considera un conductor del Wyrd (decisiones) y el Maegen (fuerza vital) juntos; mi maestro gudja dice que en manos de un conocedor ¡puede provocar un aguacero o maldecir a alguien!

 

El Stang recuerda mucho a esas ramas que se utilizaban para encontrar yacimientos de agua o para detectar perturbaciones energéticas… y vaya que es un elemento sumamente poderoso, incluso más temible que el cuchillo puntiagudo que ya mencionamos. Estas varas son el elemento por excelencia de las völvas o seidrkonas, quienes siempre son representadas con este artefacto debido a que dichas mujeres (y también hombres) estaban capacitadas para manipular grandes cantidades de energía, ya fuera para sanar, comunicarse con los espíritus, llevar a cabo venganzas, interpretar las variantes en el Urd (lo que torpemente se le conoce como ‘ver el futuro’) o servir de emisarias de los dioses.

 

Si el cuchillo saxen es el medio para sacrificar y el bowl es el medio para ofrendar, el Stang es como nuestro teléfono, es el medio para comunicarnos con las fuerzas de los Nueve Mundos. De ahí que sea importante hasta el tipo de madera con el que está fabricado.

 

Y ya que estamos hablando de comunicarnos con los Dioses, los espíritus de los ancestros y demás fuerzas telúricas, no puede faltar aquello que nos ayude a separarnos de este plano, y no me refiero al hongo mágico que están pensando. El elemento por excelencia para estos menesteres son los tocados rituales o capas. 

 

Sucede que en algunos petroglifos ubicados en antiguos asentamientos germánicos aparecen constantemente figuras femeninas ataviadas con tocados y en actitud ceremonial. El tocado en sí se ha utilizado entre los chamanes de muchas tradiciones a modo de máscaras o como capas, y esto no solamente es un distintivo de su posición en la sociedad, sino como un medio para preparar la mente y separarla de influencias que entorpezcan el flujo de energía.

 

Cuando en una guía de ritual dicen “cubrir la cabeza”, significa que se utilizará el tocado de nuestra elección para presidir la ceremonia como debe ser, esto es el símbolo de la apertura de la mente a esos otros multiversos. Algunos incluso tienen flequillos que caen sobre los ojos para así evitar distracciones innecesarias. El gudja en la ceremonia no está actuando, está siendo respetuoso y es el responsable de que toda esa energía que está convocando sea de provecho para la tribu.

 

Otro elemento indispensable para el gudja es el Anillo de Juramentos, el cual, consiste en una argolla más o menos del tamaño de un torques en el que se representan sus votos como sacerdote ante los dioses y su fylgja. Es tradición que el gudja maestro mande a fabricar este objeto de plata para su aprendiz (algo que puede interpretarse como su “graduación”) y que el diseño tenga profundidad a nivel simbólico.

 

En cuanto a los elementos del altar no podemos olvidar las representaciones de los dioses. Normalmente se disponen en tallas cilíndricas de madera, a la usanza tradicional, pero hay quienes prefieren figuras más elaboradas o incluso hechas con materiales muy costosos (eso ya depende del gusto).

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Según la estación, las ofrendas florales y vegetales pueden variar según la disponibilidad. En países de América Latina, por ejemplo, se cuenta con una importante variedad de frutos y vegetales que pueden añadir colorido a estos regalos que se hacen a nuestros dioses. No tiene nada de malo ofrendar maíz en vez de trigo (que a veces no se encuentra en la presentación clásica) o alguna fruta local, lo que importa es la devoción con la que se hacen estas cosas. Recuerden, no intentamos parecer germánicos, nuestra Fe tiene dichos orígenes, pero eso no quiere decir que no podamos practicarla por no vivir allá.

 

El anafre o sitio para el fuego es otro elemento indispensable. El fuego, la llama del hogar, Kaunaz, es lo que representa nuestra espiritualidad. Somos seres que nos originamos de un rayo caído sobre un Fresno (Ask) y un Olmo (Embla), lo que quiere decir que es el fuego lo que nos originó, por ende, todo lo que hacemos tiene esa chispa. 

 

En nuestra espiritualidad hemos aprendido que el espíritu es como una llama, se fortalece cuando estamos a gusto con lo que hacemos, cuando nos sentimos plenos, cuando agarramos valor para hacer algo que consideramos justo, cuando nos impulsamos aunque todo pinte en contra. Es fuego lo que sentimos cuando abrazamos a nuestros seres queridos, cuando soñamos con los que ya partieron, cuando nos hablan nuestros Dioses. El espíritu de un Heathen, el saiwalo, es una entidad de fuego que se eleva o se retrae hasta casi apagarse cuando se daña por hechicería. De ahí que un brasero o fogata se ubique siempre en el centro de toda celebración religiosa, incluso se recomienda quemar leña de calidad para potenciar sus efectos.

 

El cuerno, por su parte, es una forma de comunión. Ahí se reparte la bebida que se brinda por los Dioses, tal y como se mostró en el ejemplo de ceremonia. Al acto de brindar por los Dioses se le conoce como Symbel, y más que un festín es una forma de recordar que somos parte de una Hermandad que incluye a lo divino.

 

A diferencia del cristianismo, nosotros respetamos a nuestros Dioses, pero no les tememos ni los consideramos algo incomprensible o lejano, al contrario, al igual que un amigo muy querido, los hacemos parte de nuestras vidas. Qué mejor manera de demostrar lo que predicamos brindando en honor a ellos y solicitando sus favores con el mismo cuidado con el que pedimos algo a un amigo cercano.

 

La bebida varía, hay puristas que prefieren hidromiel, otros van más por el lado de la cerveza, otros prefieren vino y habrá más que no beben alcohol y preferirán agua o algún jugo, es válido, porque lo que importa es ese acto devocional en el que se bebe por la celebración de los Dioses.

 

Respecto al festín, bueno, ya dijimos que es importante que el guisado de carne que se consuma sea producto de un sacrificio limpio. Resulta profano y altamente insultante que se consuma un animal sometido a tortura, de hecho, la bestia sacrificial debe ser tratada con el máximo respeto y cuidado, porque es por medio de su carne que estamos reforzando el vinculo con nuestros Dioses. La comida, para la Tradición, no es solo un preparado para la supervivencia o un alimento para saciar el hambre de la concurrencia, es la asimilación de todas las energías que conforman aquello que se pone en el plato. Tratar con respeto nuestra comida demuestra nuestro honor.

 

Hablemos un poco sobre el manejo de las ofrendas y su disposición; Heita y Biðja.

 

Consideremos que anteriormente los lugares de culto donde se dejaban las ofrendas eran arboledas o pantanos cuyo acceso estaba restringido debido al carácter sagrado de dichos espacios. El historiador Tácito, por ejemplo, señala en Germania cap. 39, que para los pueblos germánicos las arboledas eran el principio de toda vida y el dominio de las fuerzas naturales que dieron forma al mundo como lo conocemos, por ello, no suena descabellado que estos sitios hayan sido en un principio los escenarios de sacrificios y entrega de ofrendas.

 

Posteriormente estos cultos al aire libre pasaron a desarrollarse en los anexos de las residencias de los jefes de estado o en templos construídos para dicho propósito. Luego, con la llegada del cristianismo y las grandes persecuciones, todas las ceremonias se volvieron rituales familiares estacionales desarrollados en la privacidad del hogar e interpretados como meros “usos y costumbres” (algo muy local). Por lo tanto, el espacio y el manejo de las ofrendas tuvo que adaptarse sin perder su esencia principal: ALGO QUE SE COMPARTE Y SE DEVUELVE A LA TIERRA.

 

Pero aclaremos un poco los términos mencionados en el título. Heita, es un verbo del nórdigo antiguo que significa “calentar” y “llamar”, algo muy lógico si pensamos que para el pensamiento germánico el fuego tiene esa doble connotación, por un lado se enciende para crear una llama y por otro es el primer paso para contactar con los Dioses

 

Heita entonces nos conecta con la expresión “fuego de necesidad” que es el que se enciende durante un ritual para hacer peticiones y que suelen mencionarse mucho en las fiestas de primavera y verano, pero en general toda celebración Heathen implica el encendido de una llama.

 

Más complejo es el asunto de la Biðja (término del nórdico antiguo que significa “pedir” “suplicar”), para el cuál suele tomarse de referencia el Resala de Ibn Fadlan, donde el viajero árabe narra las costumbres religiosas de los mercaderes germánicos. Si bien es un texto muy citado y con los sesgos propios de un narrador de Medio Oriente, lo interesante ahí es la interpretación de lo que sucede con las ofrendas.

 

Ibn Fadlan cuenta que si a un mercader le iba bien con los negocios, sacrificaba cierto número de ovejas o vacas, entonces donaba a la caridad una parte de la carne obtenida de esos animales y la otra la desparramaba alrededor de la figura votiva. Si los perros o animales salvajes devoraban dicha carne, se consideraba que los dioses habían aceptado el sacrificio. 

Por lo tanto, la Biðja o petición a los dioses, siempre va acompañada de un presente y, como Ibn Fadlan lo señala, en algunos casos se hacía una ofrenda particular a cada figura votiva, todo en busca de ese favor divino que siempre es un intercambio.

 

Hasta aquí queda claro que el encendido del fuego (Heita) es abrir el puente de la comunicación, y que parte de la Biðja implica que las ofrendas destinadas a los dioses (vegetales y animales) deben compartirse y devolverse a la tierra de una manera respetuosa, facilitando su asimilación.

 

La cuestión de las ofrendas votivas la mencionan muy a menudo citando un pasaje de la Saga de Ólaf. Ahí queda claro que el rey desaprueba el culto Heathen y en todo momento se niega a participar del Blót, sin embargo, recibe la advertencia de que si continuaba con esa actitud, los Dioses podrían interpretarlo como un desaire y retirarle su favor.

 

Esto pareciera una mera amenaza de alguien molesto por que otra persona no comparte sus creencias, pero recapitulemos cómo funciona el cosmos germánico:

El rey vive en una tierra que se considera bendecida por los dioses, y ello implica que para el resto de la población aún no convertida al cristianismo, las cosechas, los negocios y la prosperidad en general se debían al favor divino, por lo tanto, perderlo en pos de una nueva fe era algo más que arriesgado, sobre todo porque el desafío venía de una autoridad.

 

Hacer un ritual desde la perspectiva germánica es guardar la etiqueta al ofrendar. Cada deidad tiene un nombre, una posición en la gran familia divina y una identidad, tal como observamos en el relato de Ibn Fadlan. Dentro del culto familiar podemos comenzar a practicar esto en las festividades estacionales y las lunares, solo es cuestión de hacer los primeros acercamientos.

 

Ojo, no dejen podrir las flores o los frutos en el altar, se vale enterrarlos en el jardín o echarlos a la composta en una maceta, pues como ya se dijo, su lugar es la tierra, no la bolsa de basura. Lo mismo aplica para las bebidas y la carne (en caso de haber sacrificado un animal). Todo lo del altar merece respeto y debe tener un retorno digno en la medida de lo posible.

 

 

 

Gutané Jér Weiháilag.

ᚷᚢᛏᚨᚾᛖ ᛃᛖᚱ ᚹᛖᛁᚺᚨᛁᛚᚨᚷ.

 

H.O.S.F.

ᚺ.ᛟ.ᛊ.ᚠ.

México.

ᛗᛖᚲᛊᛁᚲᛟ.